Por: Darío Morales
Iba en 5to de primaria cuando mi mamá me preguntó si no quería unirme al equipo de basket de la escuela. En ese entonces tenía algunos kilos encima y la verdad no estaba muy convencido, pero mamá me dijo que todos mis amigos estarían, con lo que terminó de convencerme. La noticia llegó a oídos de un primo el cual llevaba mucho tiempo en el baloncesto; siempre nos hablaba sobre el deporte, aunque al resto de los primos no nos llamaba la atención.
Imaginen mi sorpresa cuando me enamore de ese deporte; no podía pensar en otra cosa. Yo solo quería adentrarme más al mundo del baloncesto, por lo que mi primo me comenzó a platicar sobre la NBA; equipos, jugadores, leyendas, etc..
Me presentó a un jugador que tenía poco de entrar a la liga, un tal LeBron James. Poco a poco comencé a ver sus partidos hasta que se convirtió en mi jugador favorito; investigue su historia, estadísticas, logros, todo sobre él. Después me enteré que tenía su propia línea de tenis, ya imaginaran mi necesidad de obtener un par y sentirme LeBron en la cancha.
Sin embargo el baloncesto en Veracruz no era tan popular, por lo que era muy difícil encontrar unos tenis de algún jugador. Platicando con mi primo me dijo que él me podía conseguir los nuevos LeBron, por lo que sin pestañear hable con mis papás para que me los compraran.
Todo estaba listo, mi primo ya había comprado los tenis y los había mandado a Veracruz, no podía estar más emocionado. Aún recuerdo cuando mi mamá me hablo para decirme que habían llegado, corrí tan rápido de mi cuarto que cualquiera pensaría que estaba huyendo de un incendio.
Nunca voy a olvidar la sensación de abrir la caja y verlos por primera vez. Azul con blanco, ya que el azul era mi color favorito, además de que combinaban con el uniforme de mi escuela . Quería usarlos siempre, pero al mismo tiempo no quería que se gastarán, sensación que estoy seguro que cualquier jugador de baloncesto ha tenido alguna vez.

Hacía todo lo posible para que esos tenis durarán; se gastaba el velcro y compraba más, la suela se rompía y la mandaba a reparar. No quería que mis primeros LeBron se acabaran. Inevitablemente llegó el día en el que ya no los podía usar más.
No solo fue que ya no eran óptimos para jugar, crecí y no me quedaban por más fuerte que intentará hacer entrar a mi pie. Después seguí comprando más tenis, nuevos LeBron, Hyperdunk, Hyperfuse, Kobe, Rose, etc, pero nunca olvidaré mis primeros LeBron.
Tal vez no estuve con ellos en los mejores torneos, no alcance muchos logros con ellos, ni siquiera estuve en mi mejor nivel, pero fueron mis primeros LeBron, el par de tenis que tenía mis sueños más grandes e inocentes, el par que me hizo sentir como mi jugador favorito dentro de la cancha, el par que arregle más veces para poder seguir usando, el par con el que comencé este amor que hasta el día de hoy perdura por el deporte que, para mí, es el más hermoso del mundo.
Darío, quien comparte su historia con nosotros en esta ocasión, es primo de nuestro amigo Jay-Jay. Pueden seguirlo en su cuenta de IG como @dariomj6.
¡Recuerden que pueden compartir sus historias con nosotros para aparecer en esta sección!